Faldas en la diligencia by Ralph Barby

Faldas en la diligencia by Ralph Barby

autor:Ralph Barby
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
publicado: 1980-02-03T23:00:00+00:00


Capítulo IX

El joven minero tenía su mano diestra vendada por el doctor de Winslow.

Le dolía en profundidad, pero resistía bien y esperaba curarse pronto.

Se llamaba Anthony Wood y había tenido cierta suerte buscando oro, pero se daba cuenta de que ahora, al regreso, cuando ya tenía la ansiada fortuna en su poder, era cuando más peligro corría. Por ello, había decidido seguir el consejo del pistolero negro al que todos llamaban Murphy, un consejo sencillo y que era marcharse a su tierra de origen, estableciéndose allí con el oro que tenía antes de que lo asesinaran y alguien se lo robara.

Anthony Wood estaba en el hall del hotel en que se hospedaba, aguardando. Al fin, descubrió a las chicas de madame Antoinette.

Las había visto ya en varias ocasiones, y su mirada se había clavado obsesivamente en una de ellas, una chica rubia, de ojos oscuros no demasiado grandes pero sí vivos y chispeantes.

Cuando ya todas se disponían a subir por la escalera entre parloteos, Anthony Wood se levantó. Quitándose —el sombrero con la zurda, abordó a la rubia.

—Señorita…

Todas se volvieron y el joven carraspeó. Estaba limpio, muy aseado y se había comprado ropa nueva para aquella memorable ocasión. Dinero ya no le faltaba después de recuperar todo lo que estuviera a punto de perder con el tahúr en el saloon.

Melody intervino.

—Lilian, creo que es a ti a quien quiere hablar.

—Pues, le escucho.

Las demás rieron levemente.

—Si no le importa, a solas, aquí en el vestíbulo mismo.

La rubia miró interrogante y desconcertada a sus compañeras.

—Será mejor que le escuches, Lilian Nosotras te esperamos en la habitación —le dijo Melody mientras las demás se reían.

—Está bien, hablaremos.

Lilian se separó de las demás y acompañada por el joven Anthony Wood, se acomodó en el pequeño sofá del hall.

—Usted dirá.

—Me llamo Anthony Wood y soy de Oklahoma, tengo familia allí. Soy de un pueblo no muy grande pero muy verde, algo frío en invierno y agradable en verano. Hay una bonita iglesia y escuela para los niños

—Bueno, le felicito, pero no sé qué tengo yo que ver con ello.

—Es muy sencillo. Me gustaría que se viniese a Green Spring conmigo.

La joven casi dio un salto en el pequeño sofá.

—¿Cómo dice?

—Es algo insólito, lo comprendo, debo parecerle muy brusco, pero es que tengo prisa.

—¿La prisa es por su mano?

—Bueno, la tengo herida pero se me curará por el camino. Voy a ser breve. Vine en busca de oro, encontré lo que necesitaba y regreso. La verdad es que quería poseer mi propio rancho en el lugar más delicioso de Oklahoma que es lo mismo que decir de todo el mundo, y para esa casa me falta lo fundamental.

—¿El ganado, acaso?

—Los niños.

—Para los niños, necesita una mujer, ¿no?

—Sí, eso es lo que le estoy pidiendo.

Lilian tragó saliva.

—Es que yo no le conozco…

—Yo tampoco la conocía, pero sólo verla he comprendido que es la mujer ideal para mí.

—Pues de veras que ha sido un escopetazo, señor, señor…

—Anthony Wood; para usted, Anthony.

En la habitación, entre comentarios divertidos, aguardaban las compañeras de Lilian.



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